Fue
entonces acogido bajo la protección de la baronesa de Warens, quien le
convenció de que se convirtiese al catolicismo (su familia era
calvinista). Ya como amante de la baronesa, Jean-Jacques Rousseau se
instaló en la residencia de ésta en Chambéry e inició un período intenso
de estudio autodidacto.
En 1742 Rousseau puso fin a una etapa que más tarde
evocó como la única feliz de su vida y partió hacia París, donde
presentó a la Academia de la Ciencias un nuevo sistema de notación
musical ideado por él, con el que esperaba alcanzar una fama que, sin
embargo, tardó en llegar. Pasó un año (1743-1744) como secretario del
embajador francés en Venecia, pero un enfrentamiento con éste determinó
su regreso a París, donde inició una relación con una sirvienta inculta,
Thérèse Levasseur, con quien acabó por casarse civilmente en 1768 tras
haber tenido con ella cinco hijos.
Rousseau trabó por
entonces amistad con los ilustrados, y fue invitado a contribuir con
artículos de música a la Enciclopedia de D’Alembert y Diderot; este
último lo impulsó a presentarse en 1750 al concurso convocado por la
Academia de Dijon, la cual otorgó el primer premio a su Discurso sobre las ciencias y las artes, que marcó el inicio de su fama.
En
1754 visitó de nuevo Ginebra y retornó al protestantismo para
readquirir sus derechos como ciudadano ginebrino, entendiendo que se
trataba de un puro trámite legislativo. Apareció entonces su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres,
escrito también para el concurso convocado en 1755 por la Academia de
Dijon. Rousseau se enfrenta a la concepción ilustrada del progreso,
considerando que los hombres en estado natural son por definición
inocentes y felices, y que son la cultura y la civilización las que
imponen la desigualdad entre ellos, en especial a partir del
establecimiento de la propiedad, y con ello les acarrea la infelicidad.
En 1756 se instaló en la residencia de su amiga Madame
d’Épinay en Montmorency, donde redactó algunas de sus obras más
importantes. Julia o la Nueva Eloísa (1761) es una novela
sentimental inspirada en su pasión –no correspondida– por la cuñada de
Madame d’Épinay, la cual fue motivo de disputa con esta última.
En Del contrato social
(1762), Rousseau intenta articular la integración de los individuos en
la comunidad; las exigencias de libertad del ciudadano han de verse
garantizadas a través de un contrato social ideal que estipule la
entrega total de cada asociado a la comunidad, de forma que su extrema
dependencia respecto de la ciudad lo libere de aquella que tiene
respecto de otros ciudadanos y de su egoísmo particular. La voluntad
general señala el acuerdo de las distintas voluntades particulares, por
lo que en ella se expresa la racionalidad que les es común, de modo que
aquella dependencia se convierte en la auténtica realización de la
libertad del individuo, en cuanto ser racional.
Finalmente, Emilio o De la educación
(1762) es una novela pedagógica, cuya parte religiosa le valió la
condena inmediata por parte de las autoridades parisinas y su huida a
Neuchâtel, donde surgieron de nuevo conflictos con las autoridades
locales, de modo que en 1766, aceptó la invitación de David Hume para
refugiarse en Inglaterra, aunque al año siguiente regresó al continente
convencido de que Hume tan sólo pretendía difamarlo.
A
partir de entonces Rousseau cambió sin cesar de residencia, acosado por
una manía persecutoria que lo llevó finalmente de regreso a París en
1770, donde transcurrieron los últimos años de su vida, en los que
redactó sus escritos autobiográficos.
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